martes, 29 de junio de 2010

Un nuevo amanecer

A pesar de que la destructora mano del hombre sigue inmersa en el mundo ambiental, la Tierra todavía posee riquezas y recursos de los cuales podemos sentirnos orgullosos de proteger y admirar. Es un orgullo que no se compara con nada, pues no hay nada más gratificante que contemplar la misteriosa belleza de un paisaje natural en un mundo de varilla y concreto. Incluso cuando sentimos una necesidad de reflexionar y de alejarnos de la ansiedad cotidiana, nos refugiamos en la pasividad de la naturaleza, en la tranquilidad de un medio natural incorrupto. ¿Quién no disfruta de una puesta de sol en la playa o de una fogata nocturna en la montaña? Es algo que la realidad citadina no ofrece.

Queda muy claro que ninguna ciudad, ni establecimiento ni terreno transformado con fines lucrativos vale la destrucción del único medio capaz de satisfacernos y vitalizarnos realmente, por más contemporáneos y avanzados que resulten esos medios artificiales. Tan solo hay que observar la majestuosidad de las ciudades y estructuras arquitectónicas de poderosos países desarrollados, las cuales resultan ser verdaderas joyas ultra-modernas, pero no veraderos espacios vitales. ¿Acaso son estas "maravillosas" construcciones humanas capaces de alimentarnos? ¿O de brindarnos oxígeno puro y agua potable?

Son cuestiones que ciertas naciones han captado después de tanto tiempo y desinterés, por lo que no les queda más que apoderarse y aprovecharse de aquellas naciones más "verdes". No por otra razón Costa Rica es conocida como "el patio trasero de los Estados Unidos".

Cuesta tanto entender el papel de la naturaleza, en un mundo en el que los hombres con costo se entienden a ellos mismos. Cuesta comprender que nuestra tierra necesita ser amada, respetada, valorada. Cuesta aceptar que nuestro medio ambiente merece un destino mejor. No es difícil encontrar el medio que falta, si construimos un nuevo amanecer para el cambio.

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